El embarazo es un acontecimiento natural de la vida, de la salud, que desencadena un cambio y por lo tanto, una importante adaptación para la mujer. Desde la desaparición de la menstruación, todo el organismo de la futura madre conoce un conjunto de transformaciones tanto físicas como mentales, en las que todas sus estructuras deben adaptarse a cada etapa para proporcionar los elementos de la vida a esta unidad bebé-madre.
Si la maternidad resulta para la mujer una etapa privilegiada y única en su vida, es evidente que su huella permanecerá pues, para siempre. Así, es fácil comprender que este acontecimiento desarrolle emociones: alegrías, miedos, confianza, ansiedad y toda una reorganización psicocorporal muy importante. El cuerpo sufre un mayor desgaste durante el embarazo. El futuro bebé, necesita la energía de la madre y lógicamente ésta se necesita por partida doble. El cuerpo tiene, lógicamente, más necesidades. Demanda una mayor energía, más proteínas, más hidratos de carbono, más vitaminas, más minerales y, por supuesto, más agua. Obviamente, la mejor manera de suministrar esos nutrientes requeridos es a través una nutrición correcta durante el día a día.
Embarazo y alimentación
Este planteamiento no significa que las comidas tengan que ser de mayor cantidad, sino que deben caracterizarse por una gran calidad y variedad. Conviene recordar que el promedio de aumento de peso debe oscilar entre los 10 á 15 kilos en las mujeres que presentan un peso normal y, unos 10 kilos en las mujeres que tienen sobrepeso.
Los cereales integrales y con ellos la fibra que contienen, juegan también un importante papel clave para combatir el estreñimiento y las náuseas que de forma común se suelen padecer durante la gestación. Otra molestia gástrica frecuente en el embarazo es la acidez. Una sensación quemante, incluso dolorosa en algunas ocasiones, que sube desde el estómago hasta la garganta y el cuello. El jugo de patata cruda o el jengibre son algunos de los remedios que ayudan a calmarla.
El aporte de las grasas llamadas por sus características “poliinsaturadas” debe aumentarse y son de elección principal los ácidos grasos omega 3, el EPA y el DHA, sobre todo en los últimos tres meses, ya que propician el buen funcionamiento y desarrollo del sistema nervioso, así como de la retina del feto.
Otro factor que se ha de tener en cuenta es el de los minerales. La mujer gestante requiere un mayor aporte mineral y primordialmente de calcio. El feto consume el reservado por la madre y que suele proceder tanto de la alimentación como de los huesos. Un aporte deficiente suele acarrear importantes problemas en los huesos a medio y largo plazo. Para asimilar correctamente los minerales y el calcio se deben tomar simultáneamente cantidades adecuadas de proteínas y vitamina D.
El hierro también es crucial. Con frecuencia, las reservas de este mineral al inicio del embarazo suelen ser escasas, por lo que resulta difícil satisfacer una demanda que es creciente y, por tanto, se corre el riesgo de padecer anemia.
Se evidencia pues, que durante el embarazo, una alimentación sana y equilibrada es crucial tanto para la salud de la madre como para el buen desarrollo del feto, pues determinadas carencias nutricionales pueden provocar alteraciones en el curso del embarazo, como partos prematuros, malformaciones fetales y abortos, entre otras.
Suplementación durante el embarazo
Los nutrientes que se requieren más específicamente son: ácido fólico, vitamina B12 , calcio, fósforo, hierro, vitamina A, yodo, probióticos, ácidos grasos omega 3 y bioflavonoides.
Se ha puesto de manifiesto que tomar suplementos de ácido fólico reduce el riesgo de retraso en el crecimiento, de ciertos tipos de anemia y de defectos como la espina bífida.
La vitamina B12 previene de la anemia, entre otros de sus beneficios.
El calcio y el fósforo son necesarios para la configuración de los huesos del feto y, posteriormente, de los dientes del recién nacido. Además, como ya he mencionado, el calcio es importante para reducir y evitar el riesgo de descalcificación de la madre.
Conclusión
Una dieta equilibrada, variada y personalizada, junto con una suplementación, adaptada y adecuada, según el momento y las necesidades particulares, a base de plantas y complementos naturales (véase: fitoterapia y nutrición ortomolecular), contribuirán a que no haya sobresaltos. Nueve meses tranquilos y maravillosos, en los que la madre
siente cómo su criatura crece y en los que se ve en la necesidad de cuidarse naturalmente, para que todo se desarrolle perfectamente.